Como expone Carrasco (2007: 114), el profesorado constituye el sector
“especializado” de la comunidad educativa. Domenech (1994) señala las
características específicas que profesionalizan este sector, distinguiéndolo de
otros: tiene una formación inicial diferente con relación al nivel educativo,
tiene que respectar una exhaustiva reglamentación de su labor educativa por
parte de la Administración, ejerce diversas funciones como profesional (técnico
-pedagógicas, gestoras...), comparte una labor con otros sectores de la
sociedad por lo que la influencia de estos es muy grande, y por último destaca
la complejidad de su trabajo y del objeto de la educación estableciéndose una
relación bidireccional entre profesorado y alumnado. Todas estas
características y funciones, sitúan al profesorado en el centro de todas las
miradas cuando se habla de educación, y ello no ha pasado desapercibido para
los copleros. Se han escrito letras en muchos sentidos, desde críticas a
diferentes modelos de profesorado y métodos educativos, hasta la defensa a ultranza que se viene realizando
a la figura del profesor por la progresiva pérdida de autoridad de los últimos
años.
El año 1989 fue prolífico en letras dedicadas a este agente educativo,
debido en gran parte a las intensas movilizaciones que paralizaron en varias
ocasiones el curso 1987/1988, y en las que los sindicatos reclamaban al
ministro Maravall, con concentraciones casi a diario, que homologara los
sueldos de los docentes al resto de funcionarios.
En este sentido, una de las agrupaciones que incluyó en su repertorio una referencia a la huelga del profesorado fue la comparsa “Los coristas”, original de Rafael Pastrana,
reflejaba en uno de sus pasodobles una dura crítica al profesorado de finales de los años 80 comparándolo con los maestros de antaño:
Del cole de mi tiempo,
recuerdo a mi maestro,
hombre mayor y atento,
amable por supuesto.
Su regla y catecismo,
sus gafas y su cariño,
empeñado en sí mismo,
en educar al niño.
De bancas y padrenuestro,
mapa de España en color,
de pizarrín y cuaderno,
pan y recreos al sol.
Con paciencia y trabajo
al niño le enseñaban
y su amor entregado
nunca le faltaba delante su don.
Ahora ya no hay maestros
que defienda a sus alumnos con “to”
sus amores.
Ya no quedan maestros
solo vacaciones, sueldo y señores
profesores.
Señores, señores profesores,
ahora váis a incorporar
esa nueva asignatura
de enseñar a las criaturas
cómo hacer la huelga y cómo protestar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario